martes, 3 de agosto de 2010

Alerta: gente estereotipo

Son más irritantes que la ortiga. Más enervantes que el llanto de un culicagado. Más odiosos que un oso llamado Odie…

La gente estereotipo.

Permítanme explicarme: entiendo por “gente estereotipo” a aquella clase de individuos (de cualquier nacionalidad, cualquier status social y cualquier lo que sea) que adoptan una “personalidad” determinada (y ya establecida socialmente) para construirse a sí mismos en base a ésta.

¿Y esto por qué lo hacen? Porque resulta más fácil ser un estereotipo acorde al sistema que desarrollar una personalidad propia (cosa que cuesta mucho, muuucho tiempo y que implica muchos muuchos riesgos).

Por ejemplo: es más fácil ser una mina idiota que una mujer pensante. La mina idiota se tiñe el pelo, gasta 2/3 del día en hablar por teléfono y lo que resta del día lo invierte en vomitar todo lo comido para mantener su figura. Su sueño es casarse con un “príncipe azul” y tener muchos muchos muchos “hijitos”. Adora ir de compras con sus “friends” y no entiende nada de fútbol “porque es mujer”. Adora las películas románticas, los cachorritos y el color rosa. Odia la política, los libros, el sexo, la playstation, las suegras, a los amigos de su novio, a las amigas de su novio, etc etc etc.

Sin embargo, la mina idiota generalmente tiene más suerte que la pensante: tiene más amigos (porque tienen personalidades de la misma calidad de estereotipo), más novios (porque posiblemente se hayan criado en un ambiente en el que el estereotipo de la mujer idiota es el más común, y por tanto el más cómodo), menos inquietudes (sabe lo que quiere, porque sabe lo que es) y menos crisis de personalidad.

La pensante, por su parte, tendrá que recorrer un largo camino hasta que la reconozcan como tal sin caraturarla de “rara” ni de “posible torta”, tendrá que cometer muchos errores para afirmar su idioscincracia, raramente será aceptada de entrada en cualquier grupo social ya que encontrará muy pocas personas con las que identificarse de entrada-

En fin, no se preocupen, este no es un post FEMINISTA. Así como hay minas idiotas hay tipos rolingas, hay emos, hay metaleros, etc etc. Yo sólo mencioné un ejemplo para hacerme entender.

Quien se “autoestereotipa” es quien elige el camino fácil. “La paso mal, entonces me hago emo”. Es estúpido. “Si soy tonta me ahorro el pensar demasiado y soy feliz”. Es una imbecilidad. “Si soy rolinga tengo muchos amigos porque nos gusta la birra y somos re piooollaaas locooooo , aguante el fasooooo!!”. Aborrecible.

Pero sépanlo: EL MUNDO NO LO CAMBIAN QUIENES ACEPTAN LAS REGLAS DE JUEGO DEL SISTEMA. EL MUNDO LO CAMBIAN QUIENES LOGRAN SEPARARSE DE ÉL PARA PODER SER ALGUIEN. Y CADA VEZ QUE EL MUNDO CAMBIA, QUERIDOS ESTEREOTIPOS, USTEDES SE PIERDEN EN LOS TRASEROS DE QUIENES LO CAMBIARON.

Los odio, ¿se nota?. Sólo eso.

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miércoles, 28 de julio de 2010

Caracterización de La Grasa Maléfica yendo al trabajo con loro navideño en brazos


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Descripción de mi estado luego de rendir un final universitario

Primera sensación (o la más intensa): mi cerebro está flotando, mi cabeza está llena de… algo que podría definir como aceite de girasol (el más barato). No llega a ser agua porque es más consistente, y mi cerebro tambalea lentamente a la par de él cada vez que muevo el cráneo.

Mi visión… está nublada. Mis globos oculares se sienten como una babosa repleta de sal. Arden, duelen, chorrean lágrimas. Cada vez que los cierro siento una pesadumbre atroz.

Sensaciones secundarias: me duelen las manos. Tanto escribir afectó negativamente mi movilidad actual. Su color verdoso tan característico se tornó pálido, mortal.

Mis branquias se mueven lentamente, ya no responden con velocidad a las circunstancias del ambiente. Me cuesta respirar.

Por otra parte, mi cola prénsil perdió toda fuerza, toda energía. Voy a tener que esperar largo rato para colgarme nuevamente de las ramas. Por lo menos mis antenas funcionan perfectamente, no sé qué haría sin ellas.

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martes, 27 de julio de 2010

Un ratón en el tejado

Lo veo por mi ventana; está duro, podrido y pegoteado. Un ratón en el tejado.

Murió hace varios meses, quizá de viejo, quizá de enfermo. Su particular aroma se expande por mi habitación cual veneno de serpiente inyectado en cuerpo humano. Un ratón en el tejado.

Gusanos nunca he visto, moscas tampoco. Tan sólo un par de aves que picotean amablemente sus acuosos ojos, como diciendo “mira qué hermoso ratón, qué amable es”, mientras chorrea un líquido extraño por sus pequeñas cuencas. Un ratón en el tejado.

Está pegado, adherido a la superficie sobre la que le dijo “adiós” a la vida. Bueno, tal vez no fue un adiós, sino un “squik squiffen”. Como sea, parece un moco. Un ratón en el tejado.

Dedicado a todas aquellas personas que me dieron la confianza suficiente para abrirme camino en el maravilloso mundo de la poesía y la prosa. Gracias ratón por existir…o haber dejado de hacerlo. Los amo a todos.

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lunes, 26 de julio de 2010

La Grasa Maléfica: formas de combatirla

Así como a la grasa abdominal se la quema manteniendo la boca cerrada -para evitar la ingestión masiva de alimentos-, a “La Grasa Maléfica” se la vence con el silencio.

La sociedad cuenta y contará con un millar de Grasas Maléficas que intentarán agredirnos. Ninguno de nosotros habrá llegado a los 80 años sin haberse cruzado, alguna vez, con algún pariente del archi-enemigo de este blog.

Pero que no cunda el pánico: nuestra arma es el silencio, sólo hay que saber utilizarlo.

Una discusión necesita de mínimamente 2 partes que estén enfrentadas entre sí con respecto a una temática de cualquier índole. A su vez, la discusión abarca, en su desarrollo, 3 etapas:

  1. Etapa constructiva: aquí la discusión es necesaria, ya que nos permite poner en común nuestros desacuerdos con la parte contraria y viceversa. Una discusión bien llevada a cabo puede concluír en esta fase, pero no con “La Grasa Maléfica” como parte interviniente, ella siempre aspira a más.
  2. Etapa destructiva: es una corrupción de la primera fase. Aquí la discusión se torna enfrentamiento, tienen lugar los insultos y las agresiones. “La Grasa Maléfica” es muy hábil en este contexto.
  3. Etapa determinante: consiste en la consecuencia final de la etapa destructiva. Sea cual sea el resultado, “La Grasa” siempre resultará vencedora: ella se alimenta del mal, de las crisis, de todas aquellas situaciones que puedan demostrarle que su accionar maléfico está dando frutos, que no pasa desapercibido. Si llegamos a esta etapa se lo habremos confirmado.


Lo ideal, queridos amigos, es utilizar el silencio cuando se está por pasar al nivel 2 de la discusión, la etapa constructiva. Si se logra “cerrarle el toor” a La Grasa en este momento, nuestro triunfo será concreto.

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La Grasa Maléfica (el archi-enemigo del blog)

No es un pájaro, no es un avión. Es un gordo que huele a frijoles cocidos. Es “La Grasa Maléfica”.

Nació en una fábrica de embutidos en Wisconsin. Dicen que quien le dio origen fue un embutidor neonazi que inyectó una determinada “sustancia F” en una morcilla vencida, con el fin de crear un arma mortal con la que asesinar a su compañero judío. Sin embargo, ante el asombro de Pepperoni (así se llamaba el neonazi), la morcilla cobró vida y fue desarrollando rápidamente extremidades que fueron distinguiéndose como piernas y brazos (la cabeza creció como parte del tórax ya que carecía de cuello, y su falta de genitales sería en gran parte el disparador de sus conductas maléficas).

Al poco tiempo, “La Grasa Maléfica” emigró a la Argentina escapando de la justicia “wisconsense”, que lo perseguía por sus varias conductas inapropiadas (demasiado bizarras para ser comentadas en este post).

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Bs As, 26 de Julio de 2010

Las señales de vida de “La Grasa Maléfica” habían desaparecido… hasta ahora. Pedro B. González, habitante de la Ciudad de Buenos Aires, nos sorprendió con su reciente declaración a la agencia de noticias DyN:

“La Grasa Maléfica está en mi casa. Al principio no lo habíamos notado, hasta que descubrimos una especie de quiste en el trasero de mi madre. Era él, se había adherido a las posaderas de mi progenitora a modo de forúnculo gigante. Jamás pudimos quitarlo”.

Pedro González comenta que ha aprendido a vivir con “La Grasa”, aunque ciertas veces la convivencia se torna insoportable: “es muy molesta, sólo abre la boca para emitir comentarios estúpidos y molestos, emite gases constantemente y tose expectorando grandes cantidades de líquido verdoso. Es realmente una porquería”.

Próximamente, en nuestra siguiente edición, le brindaremos más detalles sobre la existencia de “La Masa” y lo informaremos sobre cómo combatirla en caso de hallarla impregnada a su aceitoso trasero.

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miércoles, 21 de julio de 2010

Invocación a la paciencia, toma I

- Como le decía, doctor, últimamente soy víctima de fuertes ataques asesinos compulsivos, así como si quisiera matar a todo aquél que se me cruce en mi camino. ¿Qué? ¿Que quiere que le cuente mi más reciente ejemplo de esa situación?

- No, en realidad quiero que se vaya, ya se acabó su turn…

- Bueno, si tanto insiste, le cuento. Hoy viajé en colectivo. En el 115, una línea bastante eficiente. El hecho es que al lado se me sienta una vieja con pinta de gallina desplumada. No, no me quejo de su aspecto, no no, hay que ser considerado y no juzgar a partir de las apariencias.

Lo que realmente me comenzó a irritar fue una especie de “tic” de la vieja en cuestión. No paraba de quitarse pielcitas del labio con los dedos. Y no sólo eso: cada vez que lo hacía emitía un extraño sonido similar al que hacen los culicagados cuando toman sopa, algo así como “fffllluuuiiippp”, ¿me entiende?

- Si, bueno, podríamos profundizar el tema la semana que vien…

- Era repugante. Irritante. Absurdamente molesto. Intenté obviarlo, hacer caso omiso, mirar por la ventana; ¡nada conseguía distraerme!. Entonces la miré, miré a la vieja. Ella me observó por un instante, todavía con el dedo índice sobre el labio, y bajó la cabeza. Se dió cuenta, se sintió avergonzada. Pero a los 5 malditos minutos comenzó a hacerlo de nuevo. Y más fuerte.

Tras casi 20 encuentros visuales de la misma índole se calmó. Se calmó la desgraciada. Y justo a tiempo, porque yo ya sentía que la vena del cuello me iba a explotar de tanta idiotez acumulada en una sola persona. No lo podía creer, ¡Qué aberración! ¡Qué infamia!¡Odio a la humanidad y a sus malfitos integrantes! ¡Estúpidos! ¡Grotescos! ¡Miserables esperpentos rellenos de pus y coprolitos rostizados! ¡Muéranse! ¡Muéranse! ¡Muéranseeeee!

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